martes, 31 de mayo de 2016

Día 18- Koyasan

¡Ohayo-gozaimasu!

Después de parar en Kobe a por una parada carnívora ha llegado el momento de pasar a la meditación y a las dietas vegetarianas... ¡y es que nos vamos a Koyasan! Este pueblo es un centro de estudio y práctica budista, emplazado a 900 metros de altura en la prefactura de Wakayama. Se fundó hace 1200 años por el gran monje budista Kobo Daishi Kukai, como centro para la formación de Budistas Shingon y con el objetivo de fundar un monasterio lejos de la ciudad para la práctica y la plegaria por la paz y el bienestar de la gente. Se cree que Kobo Daishi no ha fallecido sino que entró en meditación eterna en el cementerio de Okunoin -en Koyasan- por lo que el pueblo ha pasado a ser destino de muchos peregrinos, siendo registrado como Patrimonio de la Humanidad (World Heritage Site) por la UNESCO en el 2004.

La visita a la ciudad tenía varios alicientes de interés: el principal era que íbamos a dormir en un shukubo, uno de los 52 templos -de 117 de Koyasan- donde se puede dormir y comer, experimentando de cerca el estilo de vida de los monjes budistas. En nuestro caso nos alojamos en el shukubo Ekoin, muy cercano al cementerio de Okunoin. Los monjes sirven comida vegetariana y ofrecen paseos nocturnos por el cementerio así como la posibilidad de asistir a las oraciones y cantos a Kukai (Otsutome) así como al ritual del fuego. También permitían hacer meditación Ajikan -lo que es raro- pero preferimos visitar el pueblo. Comentar que tienen 'furo' -baños públicos-. Dejando de lado esto, ¿qué hemos venido a ver?

- El templo de Kongobuji, el templo que encabeza los 4000 templos de la secta shingon budista
- El complejo de Danjo Daran, que incluye la gran pagoda (Konpon Daito) y el hall dorado (Kondo) entre otros
- El Daimon, la puerta de 25 metros de altura que da acceso al recinto de templos
- El cementerio de Okunoin, hogar de Kobo Daishi Kukai que da descanso a más de 200.000 personas

Lo primero que hicimos fue -por fin- ver el capítulo de Game of Thrones antes de que Internet nos lo descuartizara. Luego, después de una larga ruta de trenes desde Kobe -donde solo hemos visto un trozo de Chinatown que a las 9-10 de la mañana aún no está operativa ni vale la pena- hemos llegado a Koyasan alrededor de las dos y media. De la estación hemos ido directos al templo a dejar las cosas y hemos salido volando, puesto que se cena las cinco y media (sí sí, nunca había cenado tan pronto) y queríamos ver lo descrito arriba. La habitación es pequeña pero suficiente, cubierta con tatami y con muchísima luz. El trato de los monjes es, a falta de una palabra mejor, sublime.

La anécdota del día ha tenido lugar cuando, enterándose que éramos españoles y de Barcelona, el monje se para y me dice: "Are you from Barcelona? You look like Xavi... are you Xavi from FC Barcelona?". Aunque yo no me vea similitudes, me han dicho muchas veces que me parezco a Xavi, ¡pero no me lo esperaba de un monje budista en la otra punta del mundo! Ha sido divertido :-)


Panda de la máquina de Coca Cola en la entrada de Chinatown (en Kobe)... me ha parecido mono, sin más ;-)


Yo con mi signo del zodiaco chino (la rata); ¡había una plaza llena de estatuas, una por signo!


Esta es la pequeña habitación del templo, ¡aunque más que suficiente! Además tenía un montón de luz


Yo con "mi vecino Totoro"; incluso en Koyasan había una tienda especial para los personajes de Ghibli


Uno de los 117 templos que conforman la ciudad... ¡uno al lado del otro!

Lo primero que hemos visitado es el Templo de Kongubuji, el templo principal del Budismo Shingon en Koyasan. ¡De hecho Koyasan se llamaba antes Kongubuji! El templo lo conforman dos grandes edificios y el jardín rocoso más grande de Japón (Banryutei). Ofrece un sinfín de pinturas realizadas en las puertas correderas que, de paso, te explican parte de la historia de Kobo Daishi -de hecho es lo único que no se podía fotografiar-. Una vez dentro hay una parada donde se ofrece gratuitamente té verde (sencha) y una pasta. Luego hemos visto el jardín que comentaba y muchos interiores dignos de visitar, mientras los monjes realizaban sus tareas -principalmente administrativas-.



¡Primeros detalles del templo y sus exteriores/interiores!


Noemí con nuestro té verde y pasta gratuitos que ofrecen en el templo


¡El jardín de rocas más grande de Japón!




Interiores del templo, pasillos llenos de puertas decoradas -esta es la única que no estaba prohibido fotografiar-



Antiguas cocinas del templo y monje contabilizando el inventario -por lo que me pareció-


Frontal del templo, ¡aprovechando que no pasaba nadie!

La siguiente parada ha sido el complejo de Danjo Daran, la parada más importante además de Okunoin. El nombre del complejo significa área tranquila y segura, donde los monjes se pueden formar. El complejo de monasterios de Koyasan empezó aquí en el siglo IX. Se pueden encontrar la gran pagoda (Konpon Daito), el Hall Dorado (Kondo), el Fudodo y el Miedo. En toda el área solo se permiten fotografías de exteriores, para variar. La primera parada fue el Kondo, un enorme recinto donde se puede encontrar el Buddha de la Medicina (Bhaishajyaguru), un salón espectacular. La segunda la gran pagoda, de dos pisos de altura y enorme magnitud, que tardó 70 años en construirse. El interior es impresionante, con distintas figuras -siendo la más importante el Buddha Mahavairochana-. Las otras dos paradas las vimos rápidamente. El Fudodo es el edificio más viejo de Koyasan -y tesoro nacional- y el Miedo era la teórica residencia de Kobo Daishi, pintado por su discípulo y antiguo príncipe imperial Shinnyo.



Puerta principal del templo y uno de sus guardianes


Gran pagoda (Konpon Daito) y Hall Dorado (Kondo) con dos monjes paseando



Hall Dorado (Kondo) -arriba- y gran pagoda (Konpon Daito) -debajo-; como veis por nuestro tamaño son enormes



Detalles del resto del recinto... ¡como veis los templos eran de dimensiones considerables!

De ahí hemos volado a la última parada antes de la cena, el Daimon, la puerta principal de Koyasan. No solo es enorme (25 metros) sino que ofrece grandes vistas en días claros -como la isla Awaji- y además la iluminan de noche, aunque nosotros no volvimos. Muy cerca y tras una pequeña ruta por el bosque se puede encontrar el Otasuke Jizo, donde uno puede pedir un deseo. ¿A cambio de qué? De levantar una piedra con un brazo. No una cualquiera, la que se encuentra en un pequeño templo. La piedra no es precisamente ligera, pero con cariño y esfuerzo la he podido levantar y he terminado pidiendo el susodicho deseo. ¡Veremos si se cumple! -aún no he mirado la cuenta del banco, crucemos los dedos, jejeje- (broma :P).


Puerta Daimon de 25 metros de altura -aunque no lo parezca-... ¡era enorme!


Noe y yo alzando la piedra -se tenía que hacer con una mano, ejem ejem-; Herbie desistió en el intento


¡De vuelta al shukubo! ¡Que nos dan de cenar!

Tras una semi-maratón de vuelta al templo budista, nos han servido la cena en la habitación. Aquí no hay comedor. Algún gracioso comentó en Internet que uno se quedaba con hambre, y por eso habíamos comprado algo de comida por si las moscas, pero este gracioso o bien era maniático con la comida y se dejó algunos platos o bien tenía un estómago como un camión, porqué hemos acabado más que llenos. Hemos podido probar las especialidades locales: El Shojin Ryori (cocina vegetariana budista), el Koya-Dofu (tofu congelado-secado) y el Goma-Dofu (tofu de sésamo). Todo estaba delicioso, ¡hasta Noe no ha dejado ni una verdura! Aún en proceso de digerir la verdura y el tofu, hemos aprovechado para bañarnos un poco -¡esta vez no estaba solo!-. Se nos sigue haciendo raro lo de bañarse desnudo con más gente, pero poco a poco -y ahora que nos vamos- nos vamos acostumbrando.


Cena prontito -a las 5.30- en la habitación

La última sorpresa del día ha sido la visita -nocturna- al cementerio de Okunoin. El aliciente de hacerlo de noche era la luz de las decenas de farolillos que iluminan el camino y la tranquilidad que se respira por ser un cementerio totalmente integrado en el bosque. La primera parte (sando o approach) se extiende unos 2Km desde el puente de acceso (Ichinobashi Bridge) hasta el mausoleo de Kobo Dashi (Kukai), y se pueden encontrar unas 200.000 tumbas. Ser enterrado aquí es gratuito y sólo requiere que creas en el Budismo Shinto. Nos han comentado mil anécdotas, dejadme relataros algunas. Como os decía, Kukai fundó el budismo shingon esotérico en esta montaña hace 1200 años y se le cree vivo -en el mausoleo-. El cementerio es el más famoso de japón y los árboles tienen en media unos 400 años cada uno, habiéndolos de más de 1000 años, todos numerados y protegidos por el gobierno. La forma básica de las tumbas es igual para todos, representando los elementos básicos del universo más la consciencia, que combinados crean todas las cosas y seres vivos. Las "linternas" que rodean el camino tiene lunas a sus lados. Kukai predicaba que la mente humana es como la luna, clara y pura originalmente, pero de forma cambiante cada día. A la mente le ocurre igual. Las "linternas" representan el corazón de los seres humanos.

Por otra parte nos han explicado la diferencia entre el Shinto y el Budismo, aunque hoy en día estén comúnmente mezclados. El Shinto es la religión nacional de Japón y tiene muchos dioses (ocho millones). Sus múltiples santuarios siempre están encabezados por un gran tori. Nos comentaban que el Shinto reflexiona y celebra la nueva vida, mientras que el Budismo lo hace sobre la muerte y la otra vida, por lo que en ocasiones ha habido colisiones entre ambos. Hoy en día coexisten y una misma persona practica ambos. ¡De hecho algunos budistas se hacen "temporalmente" cristianos para poder casarse en una iglesia y de blanco! Otras anécdotas que nos han explicado incluyen el Dios del Sudor (Asekaki Jizo) que suda porqué sufre los miedos y preocupaciones de los que le adoran, el Pozo Espejo (Mirror Well) que solo te ves reflejado si vivirás más de tres años, la piedra que pesaba tanto como tus pecados o el hecho de que aquí los samurais y sus rivales se entierran juntos y se ora por ambos, puesto que ambos tienen consciencia.




Pequeños detalles del cementerio de noche... ¡se veía poquito! Pero alguna foto hemos podido sacar :-)

Llegando al Mausoleo nos han explicado que cada día se sigue cocinando para Kukai -dos veces-, puesto que es su creencia que aún sigue vivo. Antes de entrar al Mausoleo hemos tenido que "bañar" unas estatuas de Buddha para limpiar nuestra presencia. En todo el recinto sagrado no se permite hacer fotos, pero creerme cuando os digo que es precioso y vale la pena venir, además de poder oir los mantras que le recitan a Kukai de primera mano. Cierro esta larga explicación con un último comentario: lo llaman budismo esotérico porqué sus enseñanzas no son obvias -como el "no robarás"- sino que estas enseñanzas requieren meditación para distinguirlas y entenderlas porqué están ocultas en el universo. De aquí su continuo esfuerzo en meditar. La visita ha valido la pena, ¡casi dos horas de caminata!



Dos Guardianes Nio ubicados en frente del hotel, dando entrada a un templo... ¡estaban iluminados de noche!


Vista de las habitaciones del shukubo, en el edificio principal -nosotros estábamos en el exterior-

Tras el paseo hemos vuelto al shukubo a descansar... ¡que mañana toca madrugar!

¡Un abrazo!

lunes, 30 de mayo de 2016

Día 17- Miyajima y Kobe

¡Buenos días a todos!

¡Salió el sol en Miyajima! No es que fuéramos pesimistas, pero tras el diluvio de ayer y los comentarios del dueño del hotel, contrariando las predicciones de Google, nos hacían dudar. El objetivo de hoy ha sido visitar todo lo bien que hemos podido la Isla de Miyajima, viajando por la tarde a Kobe para cenar y dormir. ¿Qué queríamos ver? La guía nos recomendaba cinco sitios imprescindibles, habiendo visto ya el O-Shakushi (big rice scoop). Por lo tanto nos quedaba:

- El santuario de Itsukushima (Itsukushima Shrine)
- La O-torii gate (frente el Itsukushima Shrine), que ya vimos de noche y con la marea baja
- El monte Misen, que ofrece vistas y algo de senderismo
- El templo de Daishoin, el más importante de la isla

Así que viendo el buen día que hacía, nos hemos levantado con calma con un breve desayuno en la habitación a base de cosas que llevábamos en la mochila -para descargarnos un poco-. Tampoco queríamos comer demasiado puesto que queríamos comer dos especialidades de la isla: el momiji manju -un dulce tradicional- y las miyajima oisters -dicen que son las mejores ostras del país y solo se sirven durante periodos concretos-. Al salir nos hemos encontrado con lo mismo que ayer, ciervos circulando libremente por la ciudad cruzándose con las personas como un ciudadano más, cosa que no deja de sorprenderme. Tampoco molestan al tráfico, tanto ellos como los conductores parecen acostumbrados a darse paso. Es algo divertido de ver.


Niño japonés comprando entradas con dos ciervos que le acompañaban... son un ciudadano más

La primera parada en nuestro viaje ha sido el Santuario de Itsukushima (Itsukushima Shrine). Por la mañana la marea seguía muy baja, por lo que la gente seguía caminando hasta la O-torii Gate y el santuario se alzaba sobre tierra -normalmente flota sobre el mar-, por lo que tampoco nos ha parecido excesivamente bonito. Este santuario está dedicado a las tres diosas Munakata, deidades del mar, la seguridad de tráfico, la fortuna y los logros. Presenta unos 300 metros de corredores con pequeños edificios y está totalmente tintado de color bermellón -rojo oscuro para los hombres- para alejar a los espíritus. Estos deben estar muy tranquilos porqué fruto del mar y el sol tanto el santuario como la gran puerta son actualmente naranjas, ¡no sé si aún servirá! Pero no estaría de más una segunda capa de pintura.


Noemí enseñando algunas de las plegarias que la gente escribe y cuelga, como en todos los templos


Como veis la marea está baja, y la gente pasea hasta el tori para sacar fotos pintorescas


Construcción principal del templo, con sus dos "leones" protectores :-)


Detalle del santuario-como veréis sin agua, de momento-... son todo laaaargos pasillos


Noemí descansando mientras yo echaba fotos... hasta que la víctima fue ella ;-)

Con la marea muy baja, hemos decidido ascender al Monte Misen, el pico más alto de la isla (535m). Para hacerlo hay muchas opciones, pero la más divertida parecía ser un circuito de teleféricos que te llevaba hasta una primera cima. En ruta hacia el teleférico nos hemos encontrado grupos enormes de ciervos bajo los puentes, y nos hemos parado a comer nuestro momiji manju en una pequeña tienda donde los hacían delante tuyo. El teleférico está precedido por un pequeño parque (Momijidani Park) que también ha sido bonito ver. Nos reíamos solos al ver que en las orientaciones te daban dos tiempos: lo que tardarías normalmente caminando y lo que tardarías si te das algo de prisa -ver foto-. Como veis tienen bastante sentido del humor ;-)


La ruta hacia el teleférico ofrece algunas bonitas paradas, como esta tras el Santuario de Itsukushima


Como veis hay dos "tempos"... la caminata normal y la caminata con algo de running ;-)


Una de las pequeñas cascadas previas al teleférico, el parque también es precioso

El teleférico ofrece unas vistas espectaculares de la isla y, tras un segundo teleférico, llegas a la primera cima donde hay un recinto para visitantes, un mirador (shishiiwa observatory) y el "fuego de la promesa" (fire of oath), un puesto donde las parejas suelen hacerse fotos. Primero hemos disfrutado un poco de las vistas, aunque estaba lleno de abejorros y Noe ha sufrido un poco -con lo que le encantan los insectos!-. Luego nos hemos apuntado a hacer nuestros propios momiji manjus, en el recinto para visitantes. Ha sido una actividad distinta y nos han quedado buenísimos -yo los cargaba más de pasta, Noe menos... aunque los suyos tenían mejor pinta creo-. Con la barriga llena, hemos hecho algo de senderismo. Hacía un calor espectacular y lo hemos pasado un poco mal, puesto que subir al pico más alto y bajar es una hora de subir y bajar bajo un sol bastante agresivo, pero el esfuerzo ha sido justificado por las vistas. El ascenso ofrece alguna paradas en algún templo, donde se pueden encontrar cosas tan peculiares como "el fuego eterno" (the eternal flame o kiezu-no-hi), un fuego que se dice que lleva ardiendo 1200 años. Además, los templos de la zona tienen todos los monjes decorados -ver fotos-, cosa que llama mucho la atención. Yo sigo diciendo que no hay templo igual, ¡aunque me dijeran que acabaría cansado de verlos!


Ascenso en teleférico, ¡largo pero con muy buenas vistas!


Foto desde el mirador... ¡y lo del medio es un mosquito! Ya lo "borraré" en Barcelona :-)


Un poco de cocina antes de subir al monte... ¡nuestros propios momiji manjus!




Detalles del trayecto y la llegada al templo del fuego eterno -el que arde bajo la olla negra-


Estatuillas decoradas características del ascenso al Monte Misen




¡Y por fin llegamos! Ha sido una subida durilla por la calor, pero las vistas han merecido la pena

Habiendo bajado el monte, hemos ido directos a ver el Templo Daisho-in, que me ha parecido diferente a lo visto hasta el momento. Se trata de un conjunto de pequeños templos, precedidos por una preciosa escalinata llena de banderolas y detalles budistas y que, además, es gratis. Otro templo que va a la lista de los mejores templos. Primero, permite hacer fotos sin problemas -y eso me encanta-. Segundo, sin ser muy grande ofrece un montón de detalles característicos: centenares de estatuillas, estatuas de monjes disfrazados, vistas de la ciudad, puntos de oración donde puedes "bañar" la estatua antes de la plegaria, estatuillas de los signos del zodiaco chino, una sala oscura llena de linternas en el techo...  visita obligatoria si venís a la isla. ¡Y de aquí hemos salido corriendo!



Entrada al templo daisho-in: preciosa puerta y colorido ascenso hasta el conjunto del templo


Muchas de las estatuas y estatuillas presentes en el templo, sensacional si os gustan estas cosas


La sala de los farolillos es de lo mejor del templo... ¡estaba todo a oscuras y contrastaba muchísimo!





Más detalles del templo -incluidos nosotros-, que además ofrece unas buenas vistas

El motivo es que queríamos hacer una foto a la O-torii Gate con la marea alta y salir disparados a la estación. ¡Se nos escapaba el tren! Habiendo ganado unos minutos a paso rápido hemos comprado unas ostras asadas delante del hotel -parada que estaba recomendada- y... ¡son las mejores que he probado! Una vez en el ferry hemos empezado una larga ruta de trenes que nos ha dejado dos horas después en una nueva ciudad, Kobe. En Miyajima nos hemos dejado alguna cosa por hacer, como las pagodas, visitar con algo más de calma las calles comerciales, comer algunas ostras más, ver la puesta de sol en el O-torii si el día no se hubiera encapotado... ¡O incluso echarnos unas fotos con los ciervos! También tenía buena pinta el ryokan Iwaso, que un afortunado lector de este blog visitará en breve... ¡parece espectacular!


Espectacular tienda de esculturas que nos hemos encontrado de camino al O-torii... no queráis saber cuanto cuestan


¡El gran tori de día! Esta vez cubierto por la marea -había motos acuáticas atravesándolo-


Una pequeña prueba en HDR ... es realmente bonito, ¡aunque más pequeño de lo que pensábamos!


Últimos momentos con los ciervos, que se hacían carantoñas por la calle bajo la atenta mirada del adulto


¡Por fin! ¡Ostras! Las mejores que hemos probado nunca

La verdad es que hemos visitado Kobe por ser un punto intermedio hacia Koyasan y Osaka y por tener la carne más popular de Japón, pero ha sido una grata sorpresa. Al llegar tarde nos ha dado tiempo de ver poca cosa, por lo que hemos visto brevemente el barrio chino y hemos centrado nuestro paseo en el puerto, que ha resultado ser muy bonito y bastante futurista a nivel arquitectónico. En el puerto también está la Kobe Port Tower, una preciosa torre de 108m que nos ha ofrecido vistas al puerto y la ciudad. La última media hora la hemos utilizado para ver una pequeña exhibición de barcos del futuro -de propulsión electromagnética, como el Yamato1-, disfrutar de un espectáculo de fuentes y música del hotel muy muy bonito en el hotel de lujo Notre Dame Kobe y visitar el centro comercial del puerto -Mosaic- que nos ha parecido muy acogedor, con decenas de restaurantes y algunas actividades para pasárselo bien. ¡Buena opción para pasar la tarde si vais a Kobe!


¡Un vistazo a chinatown! ¿Habéis visto el Spiderman?


La impresionante Kobe Port Tower y una pequeña muestra de la arquitectura moderna que la rodea


Vistas desde arriba de la Kobe Port Tower (I) - Paseo marítimo, un "must" de Kobe


Haciendo de parejita en la torre, en la que estábamos muy tranquilos -poco turismo por día y hora-


Vistas desde arriba de la Kobe Port Tower (II)


El cnetro comercial del paseo marítimo; lo hemos visto rápido pero nos ha gustado mucho

Y... ¡ha llegado el momento de cenar! La verdad es que queríamos probar la mejor carne de Kobe -y de denominación de origen Kobe, hay que ir con cuidado- y, intentando asegurar un buen sitio, nos hemos pasado de rosca... hemos terminado en un restaurante donde hemos tenido que dar un riñón y nuestro primogénito para cenar -demasiado caro- pero hay que reconocer que la carne es de lo mejor que he probado en mi vida. Nos han contado que es muy escasa y que incluso en Kobe muchas casas de carne (steakhouses) no la tienen por este motivo -y el precio consecuente-. Si vais a Kobe vigilad donde cenáis, ¡dan mucho gato por liebre! El restaurante se llamaba Misono y se publicitan como los impulsores del teppanyaki original, por si os apetece ir, aunque estáis avisados del precio ;-) ... De camino al hotel Noe se ha comprado un dulce de los que tanto le gustan (taiyaki), ¡ya hacía tiempo que no caía uno!


¡Viendo como nos preparan la carne de Kobe! Riquísima, pero excesivamente cara

¡Y terminó el día! Hemos vuelto al hotel -con el que estamos muy contentos por su relación calidad-precio y por la zona, cercana a la estación- y, tras un intento frustrado de ver Game of Thrones, nos hemos ido a dormir. ¡Mañana toca pasar la noche en un templo!

¡Un abrazo!