¡Hola a
todos!
Hoy os escribo por la mañana y desde el tren en vez de por la noche, aprovechando que tenemos dos horas de camino hasta nuestro próximo destino... ¡pero eso ya os lo explicaré mañana! :-)
Ayer el día tenía dos objetivos muy claros y bien distintos:
Hoy os escribo por la mañana y desde el tren en vez de por la noche, aprovechando que tenemos dos horas de camino hasta nuestro próximo destino... ¡pero eso ya os lo explicaré mañana! :-)
Ayer el día tenía dos objetivos muy claros y bien distintos:
- La Lonja de Tokyo (Tsukiji Market), el mayor mercado mayorista de pescado del mundo
- Jardines de Hama Rikyu, Shiodome y Kabuki-za Tower
- El Palacio Imperial (Tokyo Imperial Palace), la residencia de la familia imperial
- La Estación de Tokyo (Tokyo Station), la estación por excelencia con un inmenso centro comercial
La primera decisión del día -o de la noche anterior- era si ir a la lonja o directamente al propio Mercado de Tsujiki. Ir a la lonja implica levantarse a las dos de la mañana, estar en el mercado sobre las tres y exponerse a entrar o no, puesto que solo entran 120 personas en tandas de 60. Aunque se trata del mercado mayorista más grande del mundo -y no únicamente de pescado-, el madrugón necesario, el riesgo de no entrar y el hecho de que te cierren en una sala para ver una de las subastas -sin posibilidad de hacer fotos por lo que nos dijeron- no nos lo hizo muy atractivo. Así que optamos por ir directamente al mercado, que se recomienda visitar de 9 a 14hrs -es cuando empiezan a abrir los comercios-.
El mercado es espectacular. Está lleno de tiendas de todo tipo que venden todo tipo de pescado pero también carnes, vegetales y frutas, en todas sus elaboraciones. También hay restaurantes que aprovechan el producto fresco para ofrecer platos de calidad... ¡así que entramos en uno a comer sushi! (Tsukiji Itadori Bekkan). Nos sorprendió MUY gratamente, con un nivel de calidad cercano al de anoche. Tomamos tres piezas por cabeza (caras, eso sí, a unos 5 euros la pieza incluyendo el té verde). Luego invertimos una hora en dar un paseo. La gente no es excesivamente receptiva a las fotos, aunque es exactamente lo mismo que en Barcelona. ¡Hay que ir con cuidado! Compramos algunos dulces (dangos y daifuku mochis), probamos algo de comida local y nos fuimos, no sin antes comprar un café en una cafetería de verdad (énfasis en de verdad, hacía días que no tomaba uno, encontrar un buen café aquí es digno de mención; claro, luego se duermen por todas partes).
Distintos detalles del mercado... ¡incluida la elaboración de nuestro desayuno! :-)
Visto el mercado, la siguiente parada fueron los Jardines de Hama Rikyu, en la zona de Chuo. unos jardines públicos que anteriormente correspondían a la villa del shogun Tokugawa y su familia (allá por el siglo XVII). El parque es espectacular, con un lago inmenso en el norte y una cabaña para tomar tés y dulces japoneses en su corazón. De hecho muchas parejas vienen a hacerse fotos de boda aquí, es precioso. El estanque tiene agua de mar, que entra directamente a través de la abadía de Tokyo. También había escondites para cazar patos -en desuso-. Obviamente paramos en la susodicha cabaña a realizar una ceremonia del té auto-dirigida: te dan un papel con las instrucciones detallando el orden en el que te has de tomar cada cosa y el método. No me atreví a hacer fotos dentro -me pareció ofensivo- pero el local era encantador. Como todo eran tatamis tuvimos que descalzarnos y demás. Una experiencia completa y muy recomendable. ¡Y también había carpas saltando en el lago!
Té matcha y pastas en la cabaña/casa de tés del parque
¡Vimos un reportaje de fotos para una boda japonesa! (pobres, todo el mundo observando)
Del parque nos fumos a Shiodome a ver el Reloj del Studio Ghibli, un precioso reloj de considerables dimensiones con espectáculos cada hora en punto -al estilo carrillón-. A quince minutos se encuentra también la Torre Kabuki-za, donde hacen Kabuki, el teatro clásico japonés donde únicamente intervienen hombres severamente maquillados (incluso en papeles de mujeres). De camino también hicimos buenas migas con Gunma-chan, la mascota de la prefactura de Gunma y una de las más populares de Japón :-)... Llegados a este punto se comenzaba a acercar la hora de acudir al Palacio Imperial, por lo que hicimos una comida -muy- rápida en una estación cercana... ¡ya hemos probado la Omuraisu! -la tortilla de arroz japonesa-. ¡Deliciosa!
Reloj del estudio Ghibli... ¡en hora punta hay espectáculo!
Japoneses mirando el programa de Kabuki. Como os decía, ¡todo son hombres!
La mascota más popular del país... ¡Gunma-chan!
Uno de los platos que nos quedaba por probar... ¡Omuraisu!
Llegó el momento de visitar el Palacio Imperial. Para hacerlo debe pedirse un permiso y ser muy estrictos en llegar a la hora. Sino, no entras. La seguridad es elevada y no hay que tomársela a la ligera, aunque sean muy educados, y en todo momento te escoltan varios guardias -aunque el grupo era numeroso-. La visita dura una hora y cuarto en los que puedes ver el palacio imperial -que no tiene demasiada historia de sobrio que es- y las diferentes fortificaciones de la muralla -estas sí que valen la pena-, así como las puertas y puentes representativos como el Nijubashi. Ofrecen audioguía y luego te dan acceso a los jardines del este, que están abiertos al público y son gratuitos.
Detalles del Palacio Imperial y los jardines del Este
Por la tarde visitamos la Estación de Tokyo para tareas administrativas, esto es, comprar los billetes de Nikko y Hakone. además de algunas cosas que necesitábamos (p.ej. crema hidratante, que nos estamos quemando). También aprovechamos para ver tiendas -que hay y muchas- así como comprar algún dulce -hay una "calle" dedicada a restaurantes y dulces en el interior-. La parte gastronómica estuvo bien pero parar comprar el billete... A ver, el sistema de compra de billetes para salir de Tokyo es un poco desastre. Existen diversas operadoras con locales en distintos lugares de las estaciones principales, siempre lo más alejados posible los unos de los otros -parece hecho a propósito-. Incluso en el mismo metro de Tokyo un ticket para unas lineas determinadas no te vale para otras. En este aspecto deben mejorar, porqué nos costó casi una hora encontrar la oficina para comprar el Nikko pass. Eso y que no hablan inglés requieren que seas capaz de comunicarte con signos, que tengas la fortuna de ir con alguien que hable japonés, que encuentres a alguien que hable bien inglés -una pulga que no aguja en un pajar- o que lleves un teléfono con 3G y GPS. O una combinación de estos factores. Sino apaga y vámonos. Incluso así, es algo desesperante. Ale, ya me he desfogado.
¡Aún existen los Tamagotchis! Qué recuerdos...
¿Y qué hicimos para rematar el día? Primero buscar la frutería que me recomendó mi amiga Xue en el área de Ginza, Sembikiya. Nos costó mucho encontrarla, puesto que hay oficinas, tiendas y comercios, pero al final acabamos comprando algunos dulces en una de sus tiendas. ¡Buenísimos! Se especializan en fruta de primerísima calidad y gelatinas. Compramos algunas para llevar también. Luego fuimos a buscar un lugar para cenar, y optamos por el Yakitori Alley (zona de Omoide Yokocho) en el norte de la estación de Shinjuku. Se trata de un callejón -y estoy siendo benevolente con las palabras- donde se encuentran decenas de locales para 6-10 personas, similar al Golden Gai pero sin puertas. Se escoge un sitio agradable -o donde encuentres espacio- y... ¡a comer yakitori! (pinchos, vamos). Tuvimos la fortuna de encontrarnos con dos españoles y la velada fue muy agradable. Él lleva cuatro años en el país trabajando en una empresa española de energías renovables que abrieron aquí, y ella era su tía que venía de visita. Nos contó curiosidades de la ciudad y la cultura: el hecho de que trabajan para vivir y duermen menos de seis horas, que se emborrachan por sistema pero nunca se habla de las borracheras del día antes en el trabajo, la dificultad de entender el protocolo para los negocios -p.ej. quien da las tarjetas primero-, el hecho de que llegar tarde a una reunión es perder el negocio, la gente que se llega a conocer de copas en Tokyo, lo caro que es jugar al golf en Tokyo -más de 400 euros-, etcétera. ¡Muy interesante! Por cierto, las bebidas aparentemente inofensivas que tomo en ocasiones (Highball, Lemon sour o Chuhai) no lo son tanto... hay que ir con cuidado ;-)
Gelatina en el Sembikiya por recomendación de mi amiga Xue :-)
¡Cenando en el Yakotori Alley! Muy recomendable, una de las experiencias de la ciudad
¡Y aquí termina el día de hoy! Quedaron pendientes el Chidorigafuchi -uno de los mejores parques de la ciudad, dicen- y el templo Yasukuni Shrine, ambos a 20 minutos a pie del Palacio Imperial. Y mañana... ¡viajamos a Nikko! ¡Promete!
¡Un abrazo!
Que pasada las casetas de la lonja , y los jardines de Hakma Rikyu y su ceremonia del te y El palacio Imperial....
ResponderEliminarlos tamagochi , te acuerdas se tenian que cuidar y dar de comer , sino se morian😪.
Pero un pais que no habla ingles y el japo super rapido , y que no se abre a los europeos ...pues no se si me gusta😘😘
El mercado/lonja es espectacular, con muchísimos contrastes. Los jardines tienen mucho encanto, y la casa de té es una buena manera de hacer una inmersión en la cultura nipona. El Palacio Imperial nos ha decepcionado un poco por otra parte, pero tocaba visitarlo :)
EliminarY los Tamagochi... ya caen lejos, por eso me sorprendió ver que aún tenían tienda y todo.
Respecto a la lengua son muy cerrados y proteccionistas en general, por lo que es una sorpresa a medias. Pero a veces da una rabia...